El cine y la impresión de la realidad:
- El cine es antes que nada un hecho. Plantea problemas a la psicología de la percepción y de la intelección, a la estética teórica, a la sociología del público y a la semiología en general.
- El filme nos produce la sensación de asistir directamente a un espectáculo casi real. Lo invita a participar perceptiva y afectivamente.
- Los temas fílmicos se dividen en realistas e irrealistas.
- Roland Bathes afirma: contemplar un fotografía no es apuntar hacia un estar-allí sino un haber-estado-allí. En la fotografía se presenta una conjunción ilógica del aquí y del antes.
- La fotografía tiene un débil poder proyectivo mientras que el cine apunta a un estar-allí viviente.
- El movimiento en el cine aporta el relieve, la vida y la intensa impresión de realidad. Contribuye a la impresión de realidad de manera indirecta pero también contribuye a ello directamente, puesto que en sí mismo se presenta como un movimiento real. El movimiento es inmaterial, se ofrece a la vista pero nunca al tacto: el cine es lo verdadero y la copia.
- El teatro es demasiado real, y por ello las ficciones teatrales solo ofrecen una débil impresión de la realidad. Como señala Jean Leirens: la impresión de realidad que nos proporciona el filme no se debe en absoluto a una fuerte presencia del actor, sino, por el contrario, al débil grado de existencia de estas criaturas fantasmáticas que se agitan sobre la pantalla, incapaces de resistirse a nuestra constante tentación de investirlas con una realidad. El espectáculo teatral no llega a ser una reproducción convincente de la vida porque en sí forma parte de la vida y demasiado visiblemente.
- Todas las artes de representación se sustentan en una ilusión parcial de realidad, que define la regla del juego y esta ilusión estatutaria es más o menos intensa según las artes: el cine ocupa un lugar intermedio entre la fotografía y el teatro.
- El “secreto” del cine también radica en inyectar en la irrealidad de la imagen la realidad del movimiento.
Observaciones para una fenomenología de lo narrativo:
- Lévi-Strauss decía: el mito siempre es reconocido como tal por aquellos a quienes es contado, aunque se haya traducido de un idioma a otro, aunque la literalidad de su formulación se haya modificado en pequeña medida.
- Un relato tiene principio y final, cosa que lo distingue del resto del mundo y a la vez lo opone al mundo real. El relato es una secuencia temporal: el tiempo de la cosa narrada y el tiempo del relato. El relato es transformar un tiempo en otro tiempo.
- Toda narración es un discurso. La percepción del relato como real tiene entonces como consecuencia inmediata que irrealiza la cosa-contada. El realismo atañe a la organización del contenido, no a la narratividad como estatuto.
- El recuerdo por ser relato es plenamente imaginativo; un acontecimiento debe haber finalizado de un modo u otro para que su narración pueda comenzar. El acontecimiento narrado por el reportaje en directo es real, pero lo es en otro lugar; en la pantalla, es irreal.
- Los relatos tradicionales y “cerrados” son secuencias clausuradas de acontecimientos clausurados; los relatos “con falso final” a los que tan proclive se muestra la modernidad cultural son secuencias clausuradas de acontecimientos no clausurados. La clausura de lo narrado es una variable, la clausura del relato es constante.
- Lo narrativo representa una de las grandes formas antropológicas de la percepción y de la operación.